11 febrero 2012

RESISTENCIA Y PERSEVERANCIA

Cuando una persona, organización o pueblo se proponen desarrollar un proyecto alternativo para promover la libertad, la democracia y la justicia, lo más común es que se encuentren con grandes dificultades, críticas, obstáculos y hasta persecuciones. Y en algunos casos hasta la muerte.

La oposición a los grandes proyectos liberadores proviene generalmente de parte de grupos de poder económico y político que le han apostado a mantener la situación social injusta intacta, porque ello significa la protección de sus privilegios. 

Sin embargo, los problemas generados por la lucha emprendida, se hacen más difíciles y dolorosos cuando las críticas desalentadoras surgen de miembros de la propia familia o del equipo de trabajo que en el principio vio con buenos ojos y apoyó con grandes esperanzas el nuevo proyecto.

Cuando en nuestro compromiso social estamos   convencidos de que el proyecto que emprendemos generará vida, justicia y paz para quienes son despojados de esos derechos universales, entonces debemos pensar y actuar con una gran dosis de resistencia y de perseverancia, apoyados en la certeza de que muchos otros proyectos han tenido éxito porque sus emprendedores mantuvieron viva la confianza, la esperanza y el amor que les motivó, desde el inicio de la lucha, a estar dispuestos a dar su tiempo, los recursos y hasta la vida misma por alcanzar el disfrute de todos los derechos humanos para todas y todos.

A través de la historia, en todos los países del mundo, siempre ha habido personas, grupos y pueblos que han creído en que es posible crear una humanidad nueva. Y en buena parte de su existencia y de su lucha han tenido que actuar en medio del conflicto en su compromiso por condiciones de justicia, libertad y vida plenas. Tenemos el caso de Gandhi, por ejemplo, por citar a uno de los más destacados luchadores. 

Pero en cada campo de la vida, en el ámbito de la lucha por la democracia, los derechos humanos, la ecología, los medios  alternativos de difusión y comunicación, el diseño y la construcción de una economía justa y la lucha por una política y democracia con ética, etc., en todos los campos de la vida social han existido notables esfuerzos en contra la injusticia, la guerra, la corrupción, la exclusión y la mentira, y en en favor de la vida, la cultura, la libertad y la paz dignas. 

Las luchas históricas nos muestran la importancia de resistir y perseverar en los esfuerzos emprendidos. Se trata de luchar con una mística de perseverancia y no violencia, con un espíritu de resistencia, con un impulso indeclinable de esperanza. 

Porque, o apostamos la vida diaria en favor de un mundo justo, solidario, ciudadano, participativo e incluyente, o bien nos acomodamos en las filas de los poderosos, de los resignados y de los traidores. ¿En qué lugar estás tú? ¿Cuál es tu opción verdadera?

Quienes con una actitud pasiva y conformista han decidido no hacer nada, en realidad se están ubicando del lado de la opresión y de la violencia, es decir, del mantenimiento de sistema de cosas tal como está. Con su actitud están fortaleciendo el dominio, la corrupción, la injusticia y la mentira; al no hacer nada están apoyando el empobrecimiento y la exclusión de multitudes de personas que reclaman condiciones de vida digna, paz y justicia.

En cambio, quienes se enlistan en las causas legítimas de los oprimidos, los excluidos y las víctimas, están dando un auténtico sentido  su  existencia. En este proceso de cambio y construcción de alternativas por la vida, libertad y justicia, las actitudes necesarias del camino son la resistencia y la perseverancia. 

06 febrero 2012

MANTENER VIVA LA ESPERANZA

Quienes se incorporan a la lucha por una nueva sociedad, donde exista vida digna, libertad y justicia, y quienes perseveran en su esfuerzo por lograr una humanidad libre de guerras, opresión y exclusión, lo hacen porque son sensibles al dolor y al sufrimiento y porque mantienen viva la esperanza de un futuro mejor, de dignidad, igualdad y felicidad.


Sin embargo, existe también mucha gente que, al observar la pobreza, las injusticias y el espiral de violencia que no cesa, ha perdido la esperanza de un cambio y vive paralizada en medio de la desilusión al ver que las autoridades públicas más que resolver tales situaciones solo se enriquecen a costa del pueblo y están con frecuencia al servicio de los poderosos.

¿En qué lugar te ubicas tú? ¿Entre quienes mantienen viva la esperanza o del lado de quienes la han perdido? ¿Estás entre los que permanecen pasivos y han reducido su labor a trabajar por su propia sobrevivencia y la de su familia? ¿O junto a quienes sin dejar de asumir su responsabilidad de apoyar o mantener a su familia, también participan en las luchas sociales hacia un futuro mejor para todo el pueblo? ¿Dónde estás tú? ¿Entre los que, en medio de las situaciones dramáticas de violencia e injusticia que hay en el mundo, han perdido la esperanza? ¿O  del lado de aquellos que, a pesar de que existen motivos para la desilusión, siguen luchando en organizaciones ciudadanas con la esperanza viva de que se lograrán transformaciones sociales que realmente beneficien a los excluidos?

Los seres humanos, al vivir dentro de la historia, tenemos la capacidad de permanecer abiertos al futuro. De ahí que podemos definir ideales, valores, principios, objetivos y metas que nos lleven a realizar esa vida nueva que anhelamos.  ¿Quién no desea ni espera que las cosas cambien, que sean mejores y que llegue pronto un futuro de paz, justicia y vida digna para todos? Si la imperfección es parte integrante de nuestra condición humana, también lo es el anhelo de construir mejores condiciones de vida. A lo largo de la historia, los luchadores sociales, héroes, profetas y mártires, muchos de ellos anónimos, han dado su vida por una nueva sociedad porque se negaron a tolerar y a aceptar la reproducción intergeneracional del sufrimiento de multitudes pisoteadas en su derecho a vivir en condiciones nuevas de justicia y dignidad.  

Ante la situación actual que vivimos tenemos el desafío de hacer frente a la desilusión. La esperanza sostiene, impulsa, estimula y dinamiza hacia adelante, hacia el logro de las transformaciones necesarias y hacia la construcción de estructuras sociales, leyes y mecanismos que garanticen la vida, la libertad, la justicia y paz dignas. No podemos seguir pactando con el presente desolador que mata y margina a la mayoría de la gente.

Es parte de nuestra autenticidad como personas el indignarnos, el protestar y el resistir ante las situaciones ya intolerables de exclusión que los poderes públicos imponen a la población, generación tras generación, con promesas engañosas, dando sólo migajas y “atole con el dedo”. Tenemos la misión de generar una imaginación creadora de una sociedad y un mundo nuevos, diseñando caminos nuevos de lucha colectiva, manteniendo viva la esperanza, integrándonos a redes de organizaciones civiles a nivel local, nacional e internacional. Todo sea por la vida, libertad y justicia, por una paz digna. ¿Acaso no encontrarás en este camino de entrega generosa un verdadero sentido a tu existencia en este mundo?


05 febrero 2012

LA PAZ CON DIGNIDAD


La paz es una experiencia espiritual y social. Es una realidad que se construye en el interior del ser humano y en las estructuras de la sociedad. La paz es fruto de la armonía personal y de la justicia social.


La violencia y las guerras son expresiones desgarrantes que destruyen la paz, pero ésta no es la mera ausencia de guerra o de violencia, porque la pobreza extrema es también una forma de violencia que se ha institucionalizado y atenta contra la paz.


El miedo y la angustia son las expresiones agudas de un clima social de violencia. Pero la mera ausencia de angustia y de miedo no necesariamente es una señal de paz. Mientras existen familias que están sin empleo y que por lo tanto no tienen lo necesario para contar con una buena alimentación, salud, educación y vivienda, entonces no podemos decir que hay paz sino que estamos ante situaciones de injusticia y violencia. 


A esas familias se les está arrebatando su derecho a vivir en paz, al no tener garantizado su derecho a una vida digna. Por eso es importante vivir la solidaridad con las víctimas de la injusticia y de la violencia, de tal manera que nuestra solidaridad se convierta en una forma ordinaria de vida. Y no se trata solamente de  hacer obras buenas de ayuda a los demás; se trata sobre todo de participar activamente a través de organizaciones civiles. Estas acciones nos acercan a la paz justa y digna.


En el plano internacional existen guerras imperiales y pueblos oprimidos. Pero también hay gente organizada, consciente, libre y solidaria, que da la vida por el pueblo, por una humanidad justa y por una paz verdadera. Y en este compromiso, aun en medio de amenzas y persecusiones es posible experimentar la paz interior, que habilita para el compromiso sereno y decidido por la paz justa y digna.



Si renovamos día a día nuestra vida, encontraremos el camino hacia la paz. Esa renovación personal será auténtica cuando se manifieste en un compromiso real con los excluidos y con las víctimas, por una sociedad libre, justa y solidaria.



LA VIDA EN CONDICIONES DIGNAS

Dios es la fuente, raíz y manantial de la vida plena. 


LA VIDA en condiciones dignas da sentido al universo. La vida es el derecho fundamental, del que emanan todos los demás derechos humanos. No basta tener vida, es decir, no es suficiente ir por el mundo tan sólo sobreviviendo. Es necesario lograr una vida digna. 


Tener vida digna se manifestará cuando, como personas, familias y pueblos, tengamos garantizados todos los derechos humanos. En otras palabras, tendremos vida digna cuando sean una realidad los derechos a una buena alimentación, salud, vivienda, educación, trabajo, recreación, cultura. Tendremos vida digna cuando no exista restricción alguna a las libertades de expresión, pensamiento, asociación, manifestación, tránsito. Tendremos una vida digna cuando nuestros derechos a un medio ambiente sano, a la solidaridad internacional y a la paz, sean garantizados a nivel nacional y mundial.

El respeto a todos los derechos humanos contribuye a construir una existencia humana en condiciones dignas y, por lo tanto, a una paz auténtica.

Así como esperamos que las demás personas respeten nuestra vida y de nuestras familias, del mismo tenemos el deber de respetar a la vida de las demás personas. Y aún más, es parte de nuestra responsabilidad, como miembros de un mismo pueblo, proteger y defender la vida y los demás derechos de las personas cuando les son amenazados por particulares o por los poderes públicos.

> ¿Y tu qué opinas?
> ¿Cuáles derechos aún no son garantizados?
> ¿Qué tenemos que hacer como pueblo para tener condiciones de vida digna? 

DAR VIDA EN TODO


Apreciado(a) lector(a): 

Recibe un saludo fraterno, al iniciar la publicación de este blog "Dar Vida en Todo". Te deseo salud, paz y fortaleza espiritual en todas tus actividades diarias. Y espero que cada uno de mis aportes, reflexiones y comentarios que iré publicando, sean de tu interés y ayuden a iluminar el compromiso por la justicia, libertad y dignidad. 

Tener Paz, Vida y Esperanza en el mundo, es uno de nuestros más grandes anhelos. Es una de las aspiraciones más profundas de los seres humanos. Animados por la fe -que nos lleva a creer que realmente es posible construir lo que aún no vemos-, e impulsados por el hambre de dignidad y la sed de justicia, como miembros del pueblo tenemos la tarea de participar en la construcción de una humanidad nueva.

Con nuestra protesta, resistencia y propuestas decimos:


> No a la violencia. Sí a la Paz.

> No a la muerte. Sí a la Vida.

> No a la desilusión. Sí a la Esperanza.

Paz, vida y esperanza son valores que, impulsados por la fuerza del amor y enraizados en una práctica de solidaridad con las víctimas de la injusticia, nos irán acercando a una tierra nueva.



Este compromiso, en las actividades del día a día, imprime un auténtico sentido a nuestra presencia en el mundo, para lograr una vida personal, familiar y social en condiciones dignas.

Te invito a leer continuamente esta publicación y a participar con tus comentarios. 

Ramón Mendoza.
darvidaentodo@gmail.com