Quienes se incorporan a la lucha por una nueva
sociedad, donde exista vida digna, libertad y justicia, y quienes perseveran en
su esfuerzo por lograr una humanidad libre de guerras, opresión y exclusión, lo
hacen porque son sensibles al dolor y al sufrimiento y porque mantienen viva la
esperanza de un futuro mejor, de dignidad, igualdad y felicidad.
Sin embargo, existe también mucha gente que, al observar la pobreza, las
injusticias y el espiral de violencia que no cesa, ha perdido la esperanza de
un cambio y vive paralizada en medio de la desilusión al ver que las
autoridades públicas más que resolver tales situaciones solo se enriquecen a
costa del pueblo y están con frecuencia al servicio de los poderosos.
¿En qué lugar te ubicas tú? ¿Entre quienes mantienen viva la esperanza o
del lado de quienes la han perdido? ¿Estás entre los que permanecen pasivos y
han reducido su labor a trabajar por su propia sobrevivencia y la de su
familia? ¿O junto a quienes sin dejar de asumir su responsabilidad de apoyar o
mantener a su familia, también participan en las luchas sociales hacia un
futuro mejor para todo el pueblo? ¿Dónde estás tú? ¿Entre los que, en medio de
las situaciones dramáticas de violencia e injusticia que hay en el mundo, han
perdido la esperanza? ¿O del lado de
aquellos que, a pesar de que existen motivos para la desilusión, siguen
luchando en organizaciones ciudadanas con la esperanza viva de que se lograrán
transformaciones sociales que realmente beneficien a los excluidos?
Los seres humanos, al vivir dentro de la historia, tenemos la capacidad de
permanecer abiertos al futuro. De ahí que podemos definir ideales, valores,
principios, objetivos y metas que nos lleven a realizar esa vida nueva que
anhelamos. ¿Quién no desea ni espera que
las cosas cambien, que sean mejores y que llegue pronto un futuro de paz,
justicia y vida digna para todos? Si la imperfección es parte integrante de
nuestra condición humana, también lo es el anhelo de construir mejores
condiciones de vida. A lo largo de la historia, los luchadores sociales,
héroes, profetas y mártires, muchos de ellos anónimos, han dado su vida por una
nueva sociedad porque se negaron a tolerar y a aceptar la reproducción
intergeneracional del sufrimiento de multitudes pisoteadas en su derecho a
vivir en condiciones nuevas de justicia y dignidad.
Ante la situación actual que vivimos
tenemos el desafío de hacer frente a la desilusión. La esperanza sostiene,
impulsa, estimula y dinamiza hacia adelante, hacia el logro de las
transformaciones necesarias y hacia la construcción de estructuras sociales,
leyes y mecanismos que garanticen la vida, la libertad, la justicia y paz
dignas. No podemos seguir pactando con el presente desolador que mata y margina
a la mayoría de la gente.
Es parte de nuestra
autenticidad como personas el indignarnos, el protestar y el resistir ante las
situaciones ya intolerables de exclusión que los poderes públicos imponen a la
población, generación tras generación, con promesas engañosas, dando sólo
migajas y “atole con el dedo”. Tenemos la misión de generar una imaginación
creadora de una sociedad y un mundo nuevos, diseñando caminos nuevos de lucha
colectiva, manteniendo viva la esperanza, integrándonos a redes de
organizaciones civiles a nivel local, nacional e internacional. Todo sea por la
vida, libertad y justicia, por una paz digna. ¿Acaso no encontrarás en este
camino de entrega generosa un verdadero sentido a tu existencia en este mundo?
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