19 febrero 2012

CONSTRUIR UN CAMINO EN EL QUE TENGAMOS VIDA


Como seres humanos que somos, no basta existir. No es suficiente vivir. Es necesario lograr una existencia humana en condiciones dignas y darle un auténtico sentido a nuestra vida.

Es preciso lograr una existencia en la que como personas, familias y pueblos, tengamos y demos vida digna. Vida  abundante. Es necesario tener las condiciones de vida que nos permitan ser felices al tener los medios, capacidades y oportunidades para disfrutar todos los dones y bienes –materiales y espirituales- a los que tan sólo por el hecho de ser personas tenemos derecho. Y estos dones, bienes y derechos, disfrutarlos en condiciones de igualdad, justicia y dignidad.

Cuando a una persona, familia o pueblo se le han negado los medios, el desarrollo de capacidades y el ejercicio de sus derechos para una vida en condiciones dignas, se encuentran ante el desafío de abrir el camino que los llevará a su liberación integral y al disfrute pleno de sus derechos. Entonces su misión fundamental es liberarse de las diferentes estructuras y formas de esclavitud; su tarea es emprender el camino para ser libres de todo tipo de discriminación, opresión y exclusión, que le impiden una existencia personal, familiar y social auténticamente humana.   

· ¿Cuándo se puede afirmar que una persona, familia o pueblo tienen vida digna?
· ¿Qué dones, bienes y derechos contribuyen a que tengamos vida plena?

Un pueblo, familia y persona tenemos vida cuando experimentamos el amor, conocemos la verdad, vemos realizada la justicia y disfrutamos de condiciones de paz, valores universales que contribuyen al disfrute de la realización personal y de la felicidad familiar y social.

 

Tendremos vida cuando contemos con un sistema socioeconómico y con autoridades públicas que garanticen a cada persona y a todas las familias, sin exclusión alguna, un trabajo digno y salario justo, el suficiente para resolver las necesidades fundamentales. Es decir, cuando con nuestros ingresos económicos y con los servicios públicos existentes, de forma autónoma y solidaria seamos capaces de obtener alimentos nutritivos, condiciones de salud y acceso a la educación, a la cultura, a la recreación, vivienda, vestido, agua, energía, entre otros bienes.

 

· ¿En qué medida estamos teniendo acceso a esos derechos?

 

Una persona, una familia y un pueblo también tenemos vida cuando somos tratados con respeto y sin discriminación al pedir, reclamar o exigir atención a los poderes públicos para el ejercicio pleno de nuestros derechos; y cuando nuestras legítimas demandas son atendidas por las instituciones y los servidores públicos.

 

Un pueblo, una familia y una persona tenemos vida cuando nos liberamos de situaciones de esclavitud, contamos con espacios de participación democrática, solidaridad, legalidad, inclusión, respeto a las diferencias, tolerancia, corresponsabilidad, información y transparencia.

 

También tendremos vida cuando tengamos un medio ambiente, naturaleza, agua, tierra y bosques sanos. Cuando se destierre la inseguridad pública, la violencia y la guerra; cuando en la procuración y administración de la justicia, las autoridades actúen de forma imparcial, legal, justa y, por lo tanto, desterrando toda forma de impunidad.

 

Como personas, familia y pueblo, tendremos vida cuando logremos caminar por la historia sin restricciones en el ejercicio de nuestras libertades en condiciones de igual dignidad y en el marco de la corresponsabilidad. Cuando tengamos garantizadas nuestra libertad de palabra y de creencias, libertad de opinar y expresar nuestras ideas, libertad de reunión y asociación pacífica, libertad de transitar de un lugar a otro sin obstáculos y sin fronteras, libertad de elegir el camino de nuestra realización y de elegir a las autoridades que mejor atiendan y resuelvan –en acuerdo y obedeciendo a la ciudadanía- las necesidades colectivas.  

 

· ¿En qué medida tenemos ya garantizado el ejercicio de esas libertades?

  

Por otro lado, existen situaciones que alimentan y fortalecen la vida hacia la plenitud: el compartir, dando y recibiendo ternura, consuelo, misericordia, perdón, reconciliación, fraternidad, alegría, felicidad; el contar con las condiciones que nos permitan compartir y celebrar nuestra fe, la creación artística y literaria, la comunicación, la contemplación, el asombro y la trascendencia.

 

Los héroes, santos, mártires, profetas, luchadores sociales, defensores y servidores comunitarios, que han gastado y ofrendado su vida para que tengamos vida plena, libertad, justicia y paz dignas, son un auténtico ejemplo: nos han enseñado a servir y a dar la vida por amor a través de actos, decisiones, proyectos, actividades y actitudes que liberan y dan vida.

 

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· ¿Consideras que tu vida, tal como la estás llevando, tiene un verdadero sentido? ¿O simplemente ahí la vas pasando, ahí la vas llevando, sin un plan de vida, sin un rumbo fijo, como una hojarasca que se lleva el viento de las propagandas, del qué dirán, de las telenovelas que paralizan, de los pasatiempos en los que se pierde el tiempo, sin darle un sentido constructivo y de servicio verdadero a tu existencia?

· ¿Has caído acaso en la pasividad e indiferencia ante las necesidades colectivas que tenemos como país, municipio y comunidad?

· ¿De qué forma estás participando en procesos y organizaciones que tengan como objetivo urgir a los podres públicos y abrir caminos ciudadanos para resolver las situaciones de injusticia que padecen los más empobrecidos, excluidos, discriminados y oprimidos?

· ¿Qué cambios consideras que tendrías que hacer en tu vida y qué decisiones debes tomar, para que tu existencia en este mundo sea auténtica al ponerla al servicio de proyectos y actividades con las que des vida a tu familia, comunidad y país?

· ¿Acaso vas a esperar más tiempo en decidirte a empezar a dar a tu vida un sentido auténtico y pleno?