Como seres humanos que somos, no
basta existir. No es suficiente vivir. Es necesario lograr una existencia
humana en condiciones dignas y darle un auténtico sentido a nuestra vida.
Es preciso lograr una existencia
en la que como personas, familias y pueblos, tengamos y demos vida digna. Vida abundante. Es necesario tener las condiciones de vida que nos permitan ser
felices al tener los medios, capacidades y oportunidades para disfrutar todos
los dones y bienes –materiales y espirituales- a los que tan sólo por el hecho
de ser personas tenemos derecho. Y estos dones, bienes y derechos, disfrutarlos en
condiciones de igualdad, justicia y dignidad.
Cuando a una persona, familia o
pueblo se le han negado los medios, el desarrollo de capacidades y el ejercicio
de sus derechos para una vida en condiciones dignas, se encuentran ante el desafío
de abrir el camino que los llevará a su liberación integral y al disfrute pleno
de sus derechos. Entonces su misión fundamental es liberarse de las diferentes estructuras
y formas de esclavitud; su tarea es emprender el camino para ser libres de todo
tipo de discriminación, opresión y exclusión, que le impiden una existencia
personal, familiar y social auténticamente humana.
· ¿Cuándo se puede afirmar que una
persona, familia o pueblo tienen vida digna?
· ¿Qué dones, bienes y derechos contribuyen
a que tengamos vida plena?
Un pueblo, familia y persona tenemos
vida cuando experimentamos el amor, conocemos la verdad, vemos realizada la
justicia y disfrutamos de condiciones de paz, valores universales que
contribuyen al disfrute de la realización personal y de la felicidad familiar y
social.
Tendremos vida cuando contemos con un sistema socioeconómico y con
autoridades públicas que garanticen a cada persona y a todas las familias, sin
exclusión alguna, un trabajo digno y salario justo, el suficiente para resolver
las necesidades fundamentales. Es decir, cuando con nuestros ingresos económicos
y con los servicios públicos existentes, de forma autónoma y solidaria seamos
capaces de obtener alimentos nutritivos, condiciones de salud y acceso a la
educación, a la cultura, a la recreación, vivienda, vestido, agua, energía,
entre otros bienes.
· ¿En qué medida estamos teniendo acceso a esos derechos?
Una persona, una familia y un pueblo también tenemos vida cuando somos
tratados con respeto y sin discriminación al pedir, reclamar o exigir atención a
los poderes públicos para el ejercicio pleno de nuestros derechos; y cuando nuestras
legítimas demandas son atendidas por las instituciones y los servidores
públicos.
Un pueblo, una familia y una persona tenemos vida cuando nos liberamos
de situaciones de esclavitud, contamos con espacios de participación democrática,
solidaridad, legalidad, inclusión, respeto a las diferencias, tolerancia, corresponsabilidad,
información y transparencia.
También tendremos vida cuando tengamos un medio ambiente, naturaleza, agua,
tierra y bosques sanos. Cuando se destierre la inseguridad pública, la
violencia y la guerra; cuando en la procuración y administración de la
justicia, las autoridades actúen de forma imparcial, legal, justa y, por lo
tanto, desterrando toda forma de impunidad.
Como personas, familia y pueblo, tendremos vida cuando logremos caminar por la historia sin
restricciones en el ejercicio de nuestras libertades en condiciones de igual
dignidad y en el marco de la corresponsabilidad. Cuando tengamos garantizadas
nuestra libertad de palabra y de creencias, libertad de opinar y expresar nuestras
ideas, libertad de reunión y asociación pacífica, libertad de transitar de un
lugar a otro sin obstáculos y sin fronteras, libertad de elegir el camino de
nuestra realización y de elegir a las autoridades que mejor atiendan y
resuelvan –en acuerdo y obedeciendo a la ciudadanía- las necesidades colectivas.
· ¿En qué medida tenemos ya garantizado el ejercicio de esas
libertades?
Por otro lado, existen situaciones que alimentan y fortalecen la vida hacia la plenitud: el compartir, dando y recibiendo ternura, consuelo, misericordia, perdón, reconciliación, fraternidad,
alegría, felicidad; el contar con las condiciones que nos permitan compartir y celebrar
nuestra fe, la creación artística y literaria, la comunicación, la contemplación, el asombro y la trascendencia.
Los héroes, santos, mártires, profetas,
luchadores sociales, defensores y servidores comunitarios, que han gastado y ofrendado su
vida para que tengamos vida plena, libertad, justicia y paz dignas, son un
auténtico ejemplo: nos han enseñado a servir y a dar la vida por amor a través de actos, decisiones, proyectos, actividades y actitudes que liberan y dan vida.
* * *
· ¿Consideras que tu vida, tal como
la estás llevando, tiene un verdadero sentido? ¿O simplemente ahí la vas
pasando, ahí la vas llevando, sin un plan de vida, sin un rumbo fijo, como una
hojarasca que se lleva el viento de las propagandas, del qué dirán, de las
telenovelas que paralizan, de los pasatiempos en los que se pierde el tiempo, sin
darle un sentido constructivo y de servicio verdadero a tu existencia?
· ¿Has caído acaso en la pasividad
e indiferencia ante las necesidades colectivas que tenemos como país, municipio
y comunidad?
· ¿De qué forma estás
participando en procesos y organizaciones que tengan como objetivo urgir a los
podres públicos y abrir caminos ciudadanos para resolver las situaciones de
injusticia que padecen los más empobrecidos, excluidos, discriminados y
oprimidos?
· ¿Qué cambios consideras que
tendrías que hacer en tu vida y qué decisiones debes tomar, para que tu
existencia en este mundo sea auténtica al ponerla al servicio de proyectos y
actividades con las que des vida a tu familia, comunidad y país?
· ¿Acaso vas a esperar más tiempo en
decidirte a empezar a dar a tu vida un sentido auténtico y pleno?